Primero de todo: ¿Qué es Slow Food?
Slow Food es una asociación creada en Italia en 1986 por Carlo Petrini que (a grandes rasgos) pretende luchar contra la estandarización y “mediocrización”(si es que este término existe) de los alimentos promoviendo el comercio y cultivo de proximidad de productos locales autóctonos de cada zona con sus características propias.
Vamos, un poco lo contrario que hacemos muchos (yo a veces, para qué nos vamos a engañar) como ir a comprar berenjenas a un súper en enero sin plantearnos ni de dónde han salido ni si realmente es su momento.
La vida nos lleva por un camino de prisas continuas al que acabamos habituándonos y al final mucha gente compra por inercia y ni siquiera se plantea realmente cuándo es de temporada lo que compra o no, o de dónde viene, provocando a la larga la desaparición de la cultura gastronómica autóctona y el desinterés por las costumbres y productos locales.
Es por eso que realmente la asociación aboga por una “educación del gusto”, es decir una educación para (re)descubrir la riqueza de la cocina y productos locales y otorgarles dignidad cultural elevando de esta forma los conocimientos y cultura alimentaria de la gente, especialmente los jóvenes.
Todo esto está mucho mejor explicado aquí:
es.wikipedia.org/wiki/Slow_Food
Bien, pues el segundo sábado de cada mes Slow Food Barcelona organiza el “Mercat de la terra” en el Parc de les Tres Xemeneies (Barcelona), un mercado donde productores, agricultores, ganaderos locales (no sólo de Barcelona, había gente de Lleida y Tarragona por ejemplo) ofrecen productos de calidad y de temporada obtenidos con procesos y métodos de trabajo tradicionales a precios completemante justos. El lema de estos mercados es “Bo, net i just”(Bueno, limpio y justo).
Según me contó allí uno de los productores, la idea es acabar haciendo el mercado semanalmente, pero por el momento se celebrará el segundo sábado de cada mes.
El mismo Carlo Petrini estuvo de visita en el mercado, de hecho el día anterior había estado visitando el Parque Agrario del Baix Llobregat, el principal espacio agrícola de proximidad de la ciudad.
Yo acabé trayéndome a casa unos espigalls, habas (pecisamente de un pagés de Viladecans, ciudad donde vivo), un colinabo (no, aún no se qué hacer con él) un pan de espelta, un aceite de arbequina riquísimo, medio queso espectacular del que ya no queda ni la corteza y una tarrina de tupí. Además había un puesto de cerveza artesana y un foodtruck con productos de elaboración propia así que no hacen falta muchas más razones para acudir el mes que viene. ¡Anímense ustedes!
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German
15 febrero, 2016 at 10:37Buena iniciativa! En Valencia han comenzado a hacerlo también… hace una semana fue la primera vez, y fue todo un éxito!