Con esto de los arroces no soy particularmente metódico, lo que provoca que en ocasiones salgan arroces de esos de sacarte a hombros de casa y que otras veces algún comensal prefiera comer pan con aceite en lugar de acabarse el plato (esto me ha pasado).
Claro, que además del método está lo que se denomina “mano” (tener buena mano), que es algo como inexplicable y misterioso que suple el método y que de alguna forma hace que el resultado siempre sea bueno. Pero la “mano” a veces se esfuma, como el que lleva años haciendo algo y un día le da la sensación de haberlo olvidado. No hay mucha más explicación.
No voy a hablar de ninguna ocasión en que las musas se hayan esfumado, sino de todo lo contrario. Hay veces en que se alinea todo en el momento menos esperado, cuando se te ocurre hacer un arroz con lo que tienes por casa sin haberlo planeado antes. Y por la razón que sea, esos son los arroces que más recuerdas con el tiempo.
En casa tenía un par de carrilleras con hueso y, la verdad, estoy un poco harto de comerlas guisadas, en salsa… la forma con diferencia en que más me gustan las carrilleras son a la brasa. Quedan brutales. Pero esta vez pensé en improvisar un arroz con ellas y unas verduras -menuda originalidad, pensará el culinariamente experimentado lector- bien, lo es para mí, con el riesgo que eso conllevaba.
El riesgo finalmente no fue tal. Todo se alineó (probablemente hacerlo con leña también contribuyó) y quedó un arroz de esos que son recordados en los anales de la historia arrocera personal.
Ingredientes para 3/4 personas (depende de las ganas de repetir que tenga cada uno)
- 2 carrilleras de cerdo
- 1 cebolla picada
- 1 diente de ajo picado
- 1 puerro picado
- 1 calabacín en dados pequeños
- 2 zanahorias en dados pequeños
- 1 pimiento rojo picado
- 1 puñadito de setas secas (y rehidratadas en agua)
- 2 tomates pelados y picados
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- ½ vasito de vino blanco (o el que tengamos en el momento)
- 400g de arroz
Primero de todo habría que deshuesar las carrilleras (yo separé el trozo más grueso de carne y dejé el resto para hacer el caldo). Picar en dados, salar y reservar.
Con los huesos de las carrilleras y unas verduras (por ejemplo, puerro, zanahoria, cebolla, tomate y un poco de apio) hacer un caldo durante mínimo 2 horas. Ajustar de sal.
Retirar de los huesos del caldo la carne que haya quedado (ahora será fácil de sacar), picar fina y reservar.
En una paella o cazuela con un poco de aceite, dorar la carne que hemos deshuesado, retirar y reservar.
Añadir a la cazuela la cebolla, el puerro y el ajo. Cuando esté pochada, añadir la zanahoria y un poco después el pimiento, el calabacín y las setas.
Incorporar la carne que hemos dorado, la carne que hemos retirado de los huesos del caldo y el vino. Dejar evaporar. Añadir el pimentón, cocinar brevemente y al momento añadir el tomate, sofreír bien y ajustar de sal.
Añadir el arroz, sofreír un poco y verter el caldo (calculando más o menos el caldo necesario según el tipo de arroz que utilicemos).
Ajustar de sal y dejar cocinar hasta que el arroz esté listo. Reposar unos minutos.
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