Hace poco estuve en China (Guangzhou) por un viaje de trabajo y la verdad es que, aunque es sorprendente lo que pudo dar de sí un viaje de cuatro días solamente, no me daría para una buena entrada porque gran parte de lo que comí directamente no sabía qué era ni la forma de traducirlo.
La parte buena de hacer este tipo de viajes por tema laboral -y no de turismo- es que puedes acabar en lugares a los que los occidentales no iríamos (los contactos que conocemos allí nos llevaron a cenar) y cuando estás sumergido en un lugar tan lejos de casa, rodeado de gente con la que apenas te puedes entender (a excepción de los amables anfitriones), es entonces cuando te das cuenta de lo sumamente distinto que es el mundo a 10.000km de distancia. Todo un placer para cualquier curioso vocacional.
El caso es que de vuelta a España me tocaron 11 horas de escala en Dubai y quise aprovechar para ir a la ciudad a ver algo. En esas horas libres podía elegir entre dos opciones:
- Ir a Deira. Una de las partes antiguas de Dubai en la que se pueden visitar varios zocos; entre ellos el Zoco de las Especias, un lugar donde sumergirte en incontables aromas exóticos. Un pan que a cualquier curioso de la gastronomía y en especial de la comida de oriente medio le parecería perfectísimo.
- Subir a un edificio muy alto.
No sé que le veremos las personas a eso de estar alto, porque bueno, estás alto… y ya está. Lo único que puedes hacer estando tan alto es volver a bajar. Sea lo que sea es un misterio lo que nos mueve, pero acabé escogiendo ese plan. El Burj Khalifa es una demostración de que la testosterona de los hombres influye ridículamente en todo, hasta en competir por el edificio más alto.
Las cosas como son: Es el edificio más alto del mundo, y a tal altura las vistas –de otros rascacielos que parecían bajitos en comparación- son muy impresionantes, pero en cuanto has dado la vuelta y has hecho las cien fotos que todo el mundo hace, lo único que puedes hacer es pasar por la tiendecita de souvenirs y volver a bajar.
Como por tema de horarios ya había gastado gran parte de mi tiempo disponible, no tenía ocasión de alejarme mucho, así que acabé yendo a un centro comercial para gente de mucha pasta que hay debajo de la torre. Todo perfectamente occidental, impoluto e inodoro. Como si le hubieran acabado de quitar el precinto. Al final como sucedáneo tuve que buscar un supermercado (un Waitrose para más inri) donde al menos pude comprar sumac, zaa’tar y pétalos de rosa secos.
Esta es la historia del bote de sumac que tengo en casa. Y gracias a él pensé en hacer la ensalada fatush, una ensalada muy popular en todo Oriente Medio que consiste principalmente en hortalizas picadas y pan frito o tostado.
Sobre el fatush, la verdad es que he visto diversas opciones: con o sin yogur, con o sin lechuga o pimiento… Al final he hecho un poco lo que me ha dado la gana, que es lo que suelo hacer casi siempre aunque intente hacer ver que indago buscando los orígenes tradicionales y bla bla bla.
Fatush para 6 personas:
- 350g de tomates cherry cortados a cuartos
- 1 pepino cortado a rodajas
- 250g de rábanos cortados a rodajas
- 1 pimiento rojo cortado en dados
- 1 pimiento verde cortado en dados
- 1 cebolla tierna cortada fina
- un manojo de perejil
- un manojo de menta fresca
- 1 cucharada colmada de sumac
- 6 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- zumo de 1 1/2 limones
- sal y pimienta negra recién molida
- 3 panes de pita
Cortar el pan de pita a trozos irregulares. El pan de pita lo podemos tostar o freír. En todo caso, si lo freímos es conveniente colocarlo luego en un plato con papel de cocina para que absorba el exceso de aceite. Debería quedar muy crujiente.
Juntar en una fuente todos los ingredientes de la ensalada junto con el sumac, el perejil y la menta.
Añadir el aceite, el limón y sal y pimienta al gusto. Remover bien y corregir si es necesario.
Añadir el pan de pita tostado y servir.
1 Comment
Chema CMP
22 junio, 2017 at 11:29Pues te ha quedado una ensalada muy interesante, la apunto para este verano que promete ser infernal.